La ponencia nos invita a cuestionarnos acerca de que entendemos por identidad, y nos alerta que no se trata simplemente de un nombre y apellido, y un número asignado al nacer, sino que implica un complejo entramado de significaciones. Dará cuenta de dos casos: el secuestro de Eduardo en dictadura padre de la autora y la violencia psicológica que recibió durante años la autora por parte del padre de su hijo, su ex pareja. La ponencia busca reflexionar sobre el poder de los discursos que circulan socialmente y como pueden condicionar el desarrollo de la identidad de un sujeto. Según Foucault, “Por más que en apariencia el discurso sea poca cosa, las prohibiciones que recaen sobre él revelan muy pronto, rápidamente, su vinculación con el deseo y con el poder. Y esto no tiene nada de extraño, pues el discurso (...) no es simplemente lo que manifiesta (o encubre) el deseo; es también el objeto del deseo (...) el discurso no es simplemente aquello que traduce las luchas o los sistemas de dominación, sino aquello por lo que, y por medio de lo cual se lucha, aquel poder del que quiere uno adueñarse” (1970:15)

La investigación se enfoca en dar respuesta al movimiento orgánico a partir del análisis del modelado de la energía, como elemento pre- expresivo, de Eugenio Barba y la economía de la acción física, de Jaques Lecoq, hacia la poética del cuerpo. Se percibe una vía posible para alcanzar el movimiento orgánico del cuerpo humano con la aprehensión de la acción interna y la acción externa, tanto del mundo metafísico como físico. Siendo, de la acción interna el manejo de la mente o psique, las emociones y la imaginación. Mientras que la acción externa se refiere al uso del cuerpo. Dicha dualidad es intrínseca en el Cuerpo humano y se plasma como la relación CM (cuerpo-mente). Hay desbalances que no permiten la actuación del movimiento orgánico del cuerpo humano. Se observa a la racionalización excesiva como la causa fundamental por la que difícilmente existe la conexión del cuerpo y la mente. La búsqueda del equilibrio de la relación CM se encamina a través de la consciencia humana, resultado del manejo de la energía, del entrenamiento constante del cuerpo y del conocimiento de las fuerzas que nos rigen como seres vivos, tanto del espacio como del tiempo.

En mi obra reconocerme como marrón ha sido constitutivo de mi proceso creativo. El mundo de las humitas en chala, la piel oscura, las rodillas gastadas, las chancletas, las ollas de teflón, las garrafas, las medianeras grises sin revoque fino, las casas sin terminar, el inodoro sin tapa, el baño sin botiquín, las cucarachas en las paredes, enfriarse los pies apoyándolos en la pared en el verano, las víboras ciegas golpeándose con las paredes, la calle inundada, la casa de adobe, jugar con las hojas de árboles y hacerlas milanesas, la Anita, el Cheo, el César, el cerco, los chanchos, la burra, los esquemas, la saya, el pesebre marrón, las palabras: pechar igual empujar, trenzas igual cordones. Y la lista es basta. Al autopercibirme marrón todo mi mundo que creí descartable, que creí indigno, que creí pobre: se volvió rico. No solo en valor simbólico y cultural, sino en posibilidad de creación infinita de obra y relato.

La identidad masculina en mayúscula; establecida por los rasgos de competitividad, hombría, virilidad e incluso el uso de la violencia, configuran lo que Conell (2005)1 llamó Masculinidad Hegemónica, un modelo que deja de lado la vulnerabilidad, afectividad y emocionalidad ligada al universo de los femenino. En el siguiente trabajo nos proponemos 2 a la luz de las discusiones feministas, la revisión de los men ́s studies y los aportes metodológicos de la historia material de las emociones. Para posibilitar dicha discusión abordaremos tres materialidades artísticas que pongan en funcionamiento la pluralidad de masculinidad(es). Trabajaremos con relatos testimoniales producidos por varones privados de su libertad en el penal numero 48 de la Unidad Penitenciaria de José León Suarez; el Proyecto dramatúrgico La Armas también producido en el CUSAM3 y con un clásico de la dramaturgia Cuir argentina: la obra Cachafaz de Copi. Irrupciones afectivas materiales y simbólicas que proponen revisar la identidad masculina como mandato fijo, universal y jerárquico.